Mártir y «protector» del Sínodo para el Amazonas
“Tengo la pasión de quien sigue un sueño (..) andar por caminos sin destino que no tiene un cielo, donde sólo siento una pequeña alegría arrancada hacia afuera con tremenda fatiga”
Ezequiel nació en Padova, Italia, en 1953. Aún desde muy joven decidió dedicar su vida al servicio de los más pobres y necesitados como misionero más allá de las fronteras. Este fue siempre su gran ideal: quería estar al lado de los más pobres y abandonados. Fue ordenado sacerdote en 1980, ya los 30 años, fue enviado en misión a Brasil, su deseo de vivir una experiencia de frontera se hizo realidad. En abril de 1983, antes de llegar a Brasil, compartió: «Todavía no sé a dónde iré, pero estoy contento con el hecho de partir. Una cosa es más fuerte que yo. «Después de tomar un curso de la realidad portuguesa y brasileña en Brasilia, fue destinado a trabajar en Cacoal, Rondonia.
Cuando llegó a Cacoal encontró una iglesia que caminaba junto al pueblo, comprometida con los pobres y atenta a las cuestiones sociales. Estableció contacto con las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) que le permitió conocer las realidades sociales, Ezequiel en su primera homilía manifestó su opción misionera cuando dijo: “Los pobres, los indios, los hermanos más explotados de la tierra” y con firmeza y seguridad manifestó. “Me pongo a caminar con ustedes, luchar a vuestro lado. Sé bien que mi elección puede costarme la vida: sin embargo, aceptó todas las consecuencias: incluso la cárcel, la tortura o hasta el derramamiento de sangre” Su compromiso misionero en la predicación del evangelio y en la lucha por ante las injusticias marcó su vida hasta llevarlo al martirio.
La sociedad moderna y contemporánea se basan en la economía del crecimiento del capitalista y la depredación de los recursos naturales. Solo algunos cuantos pueden acceder a las riquezas del mundo, muchas veces a fuerza de poder y violencia sembrando terror en los más débiles en especial sobre aquellos quienes viven en la Amazonía. Pueblos indígenas o comunidades campesinas. Este es el caso del misionero Ezequiel; indignado ante abuso y el acaparamiento de los latifundistas que quitan las tierras a los indígenas en Cacoal Rondonia. Se convirtió en defensor del pueblo, que reclamó los derechos y luchar para recuperar los territorios de los que han perdido su hogar. Su coraje y la valentía del gran misionero lo llevó a coronarse con la palma de la gloria eterna que Dios le ha preparado y multiplicando los beneficios para el pueblo que clamaba justicia.
Tenía 32 años cuando fue asesinado a balazos por los sicarios de los latifundistas de la Amazonia brasileña, en el estado de Matogrosso y Rondonia, el 24 de julio del 1985. La iglesia brasileña celebra y conmemora el testimonio de fe y entrega del mártir Ezequiel Ramín quien denunció, luchó y murió por buscar la justicia para los más desprotegidos. Los misioneros Combonianos tomamos como modelo el legado del hermano quien asumió el deseo de San Daniel Comboni cuando expresaba: quiero misioneros santos y capaces” ayer y hoy el Señor sigue suscitando corazones que se conmueven ante el dolor ajeno y que tienen la valentía de dar la vida para encontrar una vida en Cristo y ver la liberación de los oprimidos del mundo.
Sus palabras dan cuenta de su compromiso de lucha por el pueblo que le ha sido encomendado, en ellas expresa su sentimiento más profundo de su consagración y la fe que tiene puesto en Cristo quien camina junto a él para llevar la buena noticia: “Estoy caminando con fe que crea, como el invierno crea la primavera, A mi alrededor el pueblo muere, el latifundio aumenta, los pobres son humillados, la policía mata, las reservas indígenas son invadidas… como el invierno siento que estoy generando primavera” Verdaderamente un testigo de amor sin límites que habla con hechos desde su propia vida, que no le teme a la muerte porque su fe le anticipa una primavera, el paraíso, la liberación de los oprimidos. En consecuencia, la misión de iglesia es crear la Civilización del Amor.