Hola amigas y amigos. Continuamos explicando y profundizando los valores de la Infancia Misionera y en esta oportunidad escribimos sobre el “respeto a los demás”. Empezaremos por preguntarnos qué significa la palabra respeto. Pues proviene del latín “respectus” y significa “atención”. Esta actitud incluye cuidado y la consideración de los demás.
La Biblia nos habla sobre el respeto y dice: “Respeten a todos, amen a sus hermanos, respeten a Dios…” (1Pe 2, 17). Les propongo un ejemplo para que podamos entender esta cita: Cuando visitamos a un amigo que se encuentra enfermo, nos acercamos para apoyarlo, le damos las medicinas y le transmitimos mucha alegría para que pueda llevar su malestar con tranquilidad y esperanza; esto es ser considerado y cuidadoso.
Pero muchas veces tenemos por costumbre respetar solo a los que conocemos o a los “que nos caen bien”. Y en nosotros, que somos misioneros y misioneras, debe haber una actitud de respeto hacia todas las personas, esto incluye a niños y adultos, a hombres y mujeres, y también a individuos de diferentes culturas y religiones. Claro está, el respeto a cada uno se da de diferente forma; por ejemplo, a tu familia la respetas porque la quieres, hay amor de por medio. En cambio una persona lejana que sufre alguna injusticia, la respetas por el simple hecho que es hija de Dios y comprendes que muchas veces el sufrimiento es por culpa del Padre sino que la humanidad es la culpable de las situaciones negativas.
La actitud de respeto permite que podamos aceptarnos, apreciarnos y valorarnos como personas. Esto implica reconocer nuestros derechos y nuestros deberes para que todos podamos vivir en paz y evitemos estar en problemas con los demás.
Como sabemos, somos creación de Dios; por lo tanto, debemos respetarnos porque nacemos con la dignidad de ser sus hijos. Por este mismo motivo debemos respetar a todos los seres humanos; pero sucede que muchas veces cometemos el error de respetar solo a quienes nos conviene, sea porque tienen más dinero o más poder, y nos olvidamos que las demás personas también merecen nuestra consideración.
¿Qué pasaría si lleváramos una vida sin respetarnos o si solo respetáramos a “los poderosos”? esto generaría dos cosas: primero, un gran conflicto entre las personas; y segundo, que viviéramos de manera desordenada y sin nadie que nos pudiera defender o proteger. Veamos algunos casos para hacernos una idea de cómo sería nuestra vida sin el valor del respeto a los demás: nuestros padres nos gritarían para que les hagamos caso, los niños le faltarían el respeto a sus profesoras, existirían muchas personas soberbias… y saben qué es lo peor; nos olvidaríamos por completo de Dios… ¡Sería terrible!
Por eso la Iglesia católica y la Infancia Misionera nos inculcan que debemos respetarnos entre todos, sin importar la condición de cada ser humano. El Catecismo (CIC), en su numeral 1932, nos explica que el “respeto… nos hace prójimo de los demás… cuando están más necesitados en cualquier sector de la vida humana”. Y también que todos merecen respeto por lo que son y no por lo tienen, eso significa que debemos respetar “… a los que piensan y actúan diferente a nosotros” (CIC 1933).
En la Biblia Jesús nos llama la atención cuando nos dice: “Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? Y si saludan solo a sus amigos, ¿qué tiene de especial?… También los malos lo hacen” (Mt 5, 46- 47). Por eso es importante que como misioneros sepamos respetar a todos, desde las personas más cercanas y amadas por nosotros hasta las que no conocemos o sabemos que viven y piensan diferente. Esa es una actitud misionera positiva, que nos ayudará a seguir viviendo nuestra vocación cristiana y misionera, que consiste en ser felices en Cristo.