Los bautizados tenemos un poderoso motivo para sabernos importantes, valorados, ricos, honrados: ¡Somos hijos de Dios!
¿Sabes cuál es la oración que Jesús enseñó a sus discípulos? Sí, es el Padrenuestro, ese rezo sencillo, que ha llegado hasta nuestros días y que todo cristiano aprende desde muy pequeño.
El Evangelio nos explica que Jesús deseaba que todos pudieran conocer a su Padre. Por eso, Él mismo compuso esta oración: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén”. (Mt 6,9-13).
Esta breve plegaria es una comunicación cariñosa, que confirma la relación con Dios como Padre de todos. Él al crearnos a su imagen y semejanza, y llamarnos sus hijos, es como si nos diera su apellido porque quiere lo mejor para nosotros.
Papito
¿Cómo llamas de cariño a tu papá? Papi o papito, ¿verdad? Con seguridad estas palabras transmiten tu cariño hacia él. Imagina ahora a Jesús hablando con su Padre. Te cuento que lo hizo con mucha ternura y hasta utilizó una palabra especial para dirigirse a Él: “Abba”, un vocablo en lengua hebrea que significa “papito”.
Una niña o niño considera a su padre como un héroe porque con él se siente protegido. De la misma forma debe sentirse un cristiano con Dios: tenerle total confianza y estar seguro de que puede acudir a Él en cualquier momento, sin reservas; pues, como dice el papa Francisco, Dios Padre “conoce mejor que nosotros mismos nuestras necesidades” y jamás nos fallará.
Una muestra de esa seguridad en Dios es cómo te comunicas con Él. Hazlo con palabras sencillas y dile lo que sientes sin miedo. Él entenderá tus oraciones, basta que las hagas desde el corazón. Pero ten presente que así como pides, debes asumir el compromiso de dar y de comportarte como un verdadero cristiano.
Hay personas que tienen la desdicha de no tener un papá cerca. No obstante, no pueden concebir una imagen negativa de Dios porque terminarán alejándose de Él. Por el contrario, en esos casos su referente puede ser un amor grande, como el de la madre o el de los abuelos, y proyectar ese cariño hacia Dios.
El mejor regalo
Como te dije al inicio, el bautismo nos hace hijos de Dios. Pero hay otra razón importantísima por la que podemos llamarlo “Padre”. Y esa es que Jesucristo, el Hijo de Dios, con su muerte en la cruz nos dio ese regalo. Sí, querido misionero y misionera, Jesús, que nos ama infinitamente, nos consiguió el derecho de también nosotros ser hijos de Dios.
Ese es el mejor obsequio que hemos podido recibir de Él u por el que tenemos que agradecerle siempre. Y una forma de hacerlo es dando a conocer a su Padre a quienes todavía no han oído hablar de Él o lo han olvidado. Dios quiere la salvación de todos, por eso es necesario que lo presentemos con audacia e insistencia, de este modo participamos en su obra de salvación.
¡Gracias, Dios mío, porque podemos llamarte Padre!