La ocasión histórica que abrió a los Misioneros Combonianos la puerta de ingreso en el Perú fue la colonia alemana de Pozuzo, que había sido promovida en el Tirol (Austria) en 1857, por el alemán Damián Freiherr Schütz-Holzhausen.
Pozuzo la puerta de entrada
En su gira por Europa, el P. Ranzer entró en contacto, en el noreste de Italia, con los Misioneros Hijos del Sagrado Corazón (hoy instituto de los «Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús») y solicitó a los superiores que «enviaran algunos misioneros de la congregación al Perú, para asumir el cuidado de las almas de una colonia de tiroleses emigrantes. Además, hay indígenas, entre los cuales los misioneros podrían trabajar».
Los superiores aceptaron, en principio, la propuesta de ese nuevo campo de trabajo misionero. Al poco tiempo, y siempre por mediación del P. Ranzer, el obispo de Huánuco, -Mons. Francisco Rubén Berroa, pedía con carta del 10 de abril de 1938, que los tres misioneros «apresuren lo más que les sea posible su venida.
La recomendación cayó en buen terreno, a juzgar por el temple de los tres primeros misioneros que el 19 de agosto se embarcaron en Génova (Italia) en el buque «Orazio» , rumbo al Callao, a donde llegaron a las siete de la noche del 11 de setiembre de 1938. Diez días después ya estaban en Pozuzo.
Formadores de sacerdotes
Durante el primer año, los tres misioneros trabajaron juntos entre los colonos y los indígenas de Pozuzo. Además del centro, ubicado a 730 metros sobre el nivel del mar, la parroquia abarca muchos pueblos; algunos de los cuales llegan a los 3000 metros de altura.
El primero paso fuera de Pozuzo fue el seminario diocesano de Huánuco. El 1° de octubre de 1939, el P. Miguel Wagner fue llamado por el obispo para ser profesor y padre espiritual en el seminario. Al año siguiente, el obispo nombró rector del mismo seminario al P. Andrés Riedl.
Así, por el espacio de 12 años, hasta el 24 de julio de 1952, siempre hubo uno, dos o tres combonianos en dicho seminario, como rector, padre espiritual, profesores, ecónomos, prefectos de disciplina…, sin descuidar, al mismo tiempo, su colaboración con Pozuzo y otros servicios pastorales. Tarea no fácil con tan grave escasez de personal.
La expansión: 1948-1958
Mientras tanto en Europa había terminado la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y nuevamente fue posible la salida de misioneros. Por fin, el 15 de agosto de 1948 llegó al Perú el P. Esteban Berger y en noviembre los padres Andrés Lechner y Juan Pezzei, seguidos de otros. Entre 1948 y enero del 1958 llegaron nada más y nada menos que 18 padres y tres hermanos; pero, al mismo tiempo, algunos dejaron el Perú por diferentes motivos.
Así como en el primer decenio (1938-48) la presencia comboniana se limitó a Pozuzo y al seminario de Huánuco, en al decenio siguiente se amplió a otras parroquias de la diócesis: en la provincia de Huamalíes, el decanato de Llata, que abarca además las parroquias vacantes de Singa, Arancay y Chavín de Pariarca; en la provincia de Marañón (hoy prelatura de Huari), las parroquias de Huacaybamba y Huacrachuco; en el Pachitea, la parroquia de Panao (1952-58); y en la misma ciudad de Huánuco, la parroquia de San Pedro, desde 1950, con sede provisional en Cristo Rey hasta la construcción del convento y de la iglesia actual, que fue inaugurada el 29 de junio de 1963.
Mientras tanto, en 1954 el P. Carlos Wetzel se hizo cargo de la parroquia limeña de San Pío X en Mirones, un importante compromiso pastoral que los combonianos, y especialmente el P. Juan Pezzei durante los últimos 20 años, mantuvieron y promocionaron hasta poder entregar la parroquia al clero local diocesano el 14 de junio de 1987.
La prelatura de Tarma
Exactamente a los 20 años de presencia comboniana en el Perú, en 1958, se produjo un hecho inesperado y de gran trascendencia: la Santa Sede creó la Prelatura de Tarma y decidió entregar a los combonianos la tarea evangelizadora de esas comunidades cristianas. Un 25 de julio de 1958, fecha inolvidable para el pueblo católico tarmeño, hizo su entrada triunfal Mons. Antonio Kühner, acompañado de otros hermanos combonianos (P. Lorenzo Unfried, P. Rolando Stengel, Hno. Kuno Stösser entre otros.
Por las alturas
Otro sector importante del trabajo, ubicado en la parte más alta de Tarma, es el que gravita en torno a Cerro de Pasco, 4.400 metros. Además de las dos parroquias de esta ciudad minera, San Miguel de Chaupimarca y San Juan Pampa, los combonianos estuvieron presentes en las parroquias de Yanahuanca, Chacayán y Huariaca. Durante varios años pudieron atender también las parroquias de Junín, Ulcumayo, Carhuamayo, Ninacaca y Francois-Huarón.
Nuevos presencias
El desafío de las grandes periferias urbanas no ha dejado insensible a los combonianos. En 1969, con el nombramiento del P. Lorenzo Unfried como obispo auxiliar de Arequipa, el P. Rodolfo Dörr, lo acompañaba para hacerse cargo de la parroquia del Espíritu Santo, en Alto Selva Alegre, en medio de un «pueblo joven». Hoy los combonianos están en la Parroquia «Buen Pastor» (Independencia).
Y en Lima, numerosos asentamientos humanos del cono sur reciben una valiosa asistencia pastoral de parte de los misioneros combonianos al frente de la parroquia «Los Doce Apóstoles» de Chorrillos, con más de cien mil feligreses. En 1995 esta comunidad de «Los Doce Apóstoles» fue dividida en dos parroquias, asumiendo los combonianos la responsabilidad pastoral de la nueva parroquia «Cristo Misionero del Padre
El 25 de febrero de 1996 se asumió la parroquia Santa Cruz de Baños – Diócesis Huánuco para atender Jesús, Jivia, Queropalca, Rondos, San Francisco de Asís de Huarín y San Miguel de Cauri.
La presencia Comboniana en Chincha (diócesis de Ica) en la parroquia nuestra Señora del Carmen comenzó en 1991 con la presencia provisional del P. Luis Starker, parroquia que sólo en 2001 será asumida por los Combonianos de forma permanente juntamente con la parroquia nuestra Señora de Guadalupe del distrito de Sunampe.
En el 2001 se aprobó el proyecto de apertura Comboniana en el norte del Perú a fin de presentar en esta parte del país, el carisma Comboniano en la evangelización y en la animación misionera, es así que en el 2002 se abrirá una comunidad Comboniana en Trujillo con tres miembros, asumiendo la parroquia Señor de los Milagros de El Porvenir, en la zona más pobre y conflictiva de esta ciudad.
El 30 de marzo del 2009 en obispo del vicariato apostólico de San Ramón entregó la parroquia San Martin de Pangoa a los misioneros Combonianos en el Perú. Nuestra presencia misionera en la selva central del Perú nos permite atender a las comunidades indígenas más alejadas: Los Asháninkas y los Nomatsiguenga.
Además de la actividad parroquial y en fidelidad a su carisma misionero, los combonianos han asumido también la tarea de animar misioneramente a la Iglesia peruana. Se crearon así los centros de animación misionera de Lima (1979), de Arequipa (1982), Santiago de Chile (1984) y Trujillo (2002). Un signo patente de esta nueva hora son las revistas «Misión Sin Fronteras» y «Aguiluchos», que el P. Adalberto Mohn fundó en Lima en 1979.
Un fruto significativo de esta nueva sensibilidad misionera son las vocaciones de jóvenes peruanos y chilenos que han ingresado en estos últimos años en el Instituto comboniano y que están recibiendo su en nuestras diferentes casas de formación.